Si estás leyendo este post, seguramente es porque tienes una relación estrecha con la emprendeduria: has creado algo en el pasado, estas creando algo ahora o tienes pensado crearlo dentro de poco; pues bién, si es así, hay algunas cosas que deberías tener en cuenta, ya que no todo es tan fácil como parece!
En muchas ocasiones, todo el proceso empieza por tener una idea… eso puede ser bueno, pero también puede ser malísimo, sobretodo si no le echas un poco de cabeza al asunto; todos sabemos que nuestra idea es sagrada, y en pocas ocasiones nos da por rectificar aquellos pequeños errores o incoherencias que pueda tener ¿Verdad que no vamos mal encaminados? Pues no eres un extraño! Es que todos apreciamos mucho aquello que hemos creado, por lo que se nos hace muy difícil que sea criticado, pero aún es más dificil modificar tu idea.
Por esta razón, principalmente, debemos realizar un análisi profundo de nuestra idea, es decir, ser crítico con ella para poder encaminarla hacia un buen fin. Sabemos que es un diamante en bruto, pero hay que pulirlo!
Lo primero de todo, es encontrar estudios y estadísticas que confirmen que tu producto/servicio está cubriendo una necesidad, es decir, que éste puede ser el punto en el que descubras que realmente no hay una demanda para tu producto o servicio, por lo que sería el primer momento en el que te verías envuelto por tres situaciones distintas:
La primera es que veas que tu producto o servicio no tiene una salida en el mercado, por lo que probablemente tendrás que desistir de tu idea y lanzarte a por otra…
Puedes encontrarte también con la necesidad de reformarla, es decir, cambiar algunos aspectos de ella que le darán un giro totalmente a tu proyecto, por lo que lo redirigirás de la mejor forma posible para que tenga los resultados que esperabas.
Y por último, que en pocas ocasiones sucede, es que tu idea sea rendible y todos sus elementos puedan tener cabida en el mercado o sector al que te diriges.
Una vez has pasado este proceso inicial de investigación y retoques, sería bueno que contaras tu idea a amigos y familiares o personas en las que confíes plenamente, para que estos te aconsejen desde un punto de vista más objetivo, para modificar o reencaminar algunos puntos de tu proyecto.
Es imprescindible que el siguiente paso sea enmarcar tu idea en una línea histórica clara, es decir, que estudies la evolución de productos o servicios anteriores, con todas sus características, y intentes introducir tu proyecto dentro de este marco histórico, para poder compararlo con la competéncia o pasados productos o servicios que tienen un mínimo de relación con el tuyo. De este modo podrás introducir y clasificar mucho mejor tu proyecto en tu cabeza, para ampliarlo o reducirlo.
En base a esto, crear un gráfico representando cuál es el «Oceano Azul» que estás cubriendo es una buena idea para lanzar tu propuesta de valor de manera mucho más clara para el cliente final. Para esto, debes hacer un análisi del sector y de tí mismo analizando los siguientes puntos: lo que se elimina, lo que se reduce, lo que se aumenta y lo que se crea. De esta manera verás la curva del sector comparada con la de tu producto o servicio, viendo así el margen en el que innova tu idea.
Acto seguido, debes describir a la perfección tu cliente, para poder enfocar las campañas de marketing de forma totalmente segmentada. Así llegarás más lejos y mucho mejor.
Si sigues estos pasos, todo lo demás será mucho más fácil y fluido… Estos son los puntos más complicados que debe afrontar cualquier emprendedor, ¡así que ponte manos a la obra!